ANTITAURINO

Hola a todos.
Me declaro antitaurino por completo. No concibo que se haga un espectáculo con el sufrimiento de un animal. Eso no es cultura, no: eso es algo de lo que deberíamos avergonzarnos. 
Una vez me dijeron que "una corrida de toros es una pelea donde cada uno pelea en igualdad de condiciones con sus respectivas armas". ¡¡¿¿En igualdad de condiciones??!! ¿¿Cómo se puede decir eso cuando el 99'9% de las veces es siempre el mismo?? Y ya no es eso, es que el toro sale en inferiores condiciones físicas a las normales para él, y es que tras cada corrida hay una desagradable historia con el toro donde se merman sus capacidades rastreramente y que no todo el mundo conoce por lo que quiero darlo a conocer hoy para quien no lo sepa. Estas historias son contadas por personas que han vivido el mundo taurino y sus barbaridades en primera persona. 

1- "La memoria del llanto", artículo de Francesc González Ledesma publicado en El País el 05/03/2010. Dice así:

"Perdonen si empiezo con una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros. Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante, Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes de empezar.

Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor? Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte.

Me di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.

Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo.

El que acude a la plaza debería hacer uso de ese sentido de la igualdad que todos tenemos y darse cuenta de que va a ver un juego de muerte y tortura con un solo perdedor: el animal. El peligro del toreo, además de inmoral como espectáculo, es efectista, y si no lo fuera, si encima pagáramos para ver morir a un hombre, faltarían manos y leyes para prohibir la fiesta.

Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?

Perdonen a este viejo periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la memoria del llanto."

2- La carta de José Sepulveda, técnico de sonido en Canal 9 encargado de grabar sonidos en corridas de toro. Dice así:

"En mi caso, que me ha tocado llevar el sonido en alguna retransmisión, siempre he comentado, que si en lugar de la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olessss y demás... el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que capta a gran distancia y buena calidad) a pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a cada tortura a la que se somete... y además lo acompañáramos de primeros planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final, creo que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a ritmo de pasodoble.

Yo, personalmente pedí el dejar de hacer ese tipo de trabajo, precisamente un día que en Castellón me tocó estar en el callejón y me cabreé mucho al escuchar a un toro, al cual el torero falló cuatro veces con el estoque y harto de escuchar al pobre animal me quité los auriculares... No tuve bastante, que mientras agonizaba, escupía, se ahogaba en su sangre, se vino a morir justo pegado a mi, apoyado sobre las maderas mientras daba pasmos y su mirada ensangrentada y con lágrimas, sí lágrimas, sean o no sean de dolor, se cruzó con la mía y no nos la perdimos hasta que un inútil .... falló dos veces con el descabello, al que le dije de todo.

Ahí acabó mi temporada torera de por vida.

Son sentimientos personales y lo mas probable es que a un amante de "la fiesta" le parezca ridículo, pero para mi, más ridículo es cuando después de semejante carnicería, giras la vista al público y los ves allí aplaudiendo, comiendo su bocata sin inmutarse, ni habiendo visto y oído lo que yo." 


Hasta aquí la carta de José Sepulveda.

Las corridas de toros son una falta de respeto a la vida de un animal. Mirad a continuación como reacciona una tribu africana ("salvajes", los llaman algunos) a semejante espectáculo. Ellos, que viven integrados en la Naturaleza de la forma más primitiva y sólo cazan para sobrevivir y no para hacer espectáculo: 


"Si no existiese el toreo los toros bravos se extinguirían". ¿Y qué más me da a mi que desaparezca una especie creada por el hombre artificialmente jugando a ser Dios? ¿Acaso eso tiene alguna función natural o ecológica? ¿Qué tipo de pérdida tan insulsa es esa??

En fin, que ser taurino no tiene ni pies ni cabeza actualmente y creo que deberían estar prohibidas.

Hasta aquí la entrada de hoy. ¡Muchas gracias por leerme, hasta la próxima!



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Comentarios

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  2. De las putadas que le hacen al toro antes y durante de la corrida, me enteré leyendo el libro "Vivan los animales" de Jesús Mosterín. Lo escribí en un blog primigenio, que espero algún día recuperar, porque yo también soy antitaurina.

    Cuando era pequeña, los toros estaban un poco presentes, porque a veces veraneaba en un pueblo de Castellón, y los veía pasar por la calle desde el balcón. Me gustaban, claro, siempre me han gustado los animales. Por ese entonces pensaba que solo los toreaban y ya está. Es decir, siempre he sabido que existían los toros, de un poco más mayor ya sabía que los mataban pero no sabía el cómo. Lo máximo que había visto era algún toro con las banderillas clavadas. Y como es negro, pues claro, la sangre no se ve.
    Hasta que un día, en otro pueblo, estaba puesta la tele con una corrida. Sin querer, vi la estocada final y me quedé petrificada. Nunca olvidaré cómo se clavaba ese espadazo por la nuca y cómo el toro caía muerto al momento.

    Me hice adulta y perdí todo el contacto con el mundo del toro. Hasta que he vuelto a vivir en una tierra que en las fiestas mayores, los toros aún son protagonistas. Una pena enorme ver la cantidad de gente que acudía a las plazas de quita y pon. Y las fotos del bou embolat. Y ver el programa de fiestas, con toros carretilla para los más pequeños.

    El toreo es una atrocidad y todos los argumentos a favor, son fácilmente rebatibles. Es que ni el toro bravo es una especie en sí.
    Es una vergüenza que todavía no haya una ley nacional que los haya prohibido.

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  3. Esta entrada no puede idenficarme más. Ojalá mis hijos puedan vivir algún día un futuro sin tauromaquia.

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  4. Aplaudo, suscribo y agradezco tu entrada. A ver si vamos alzando la voz. Mireia, "El triunfo de la compasión" de Mosterín es también un imprescindible.

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