CAMPEANDO: EL AZOR

¡Muy buenas!
Hoy vengo con un relato ;)

Me detuve y me senté. Aunque no llegaba a mediodía llevaba ya varias horas campeando y comenzaba a necesitar un descanso. Supongo que calculé mal y me cargué en exceso la mochila, de forma que me pesaba demasiado. Repasé lo que llevaba en ella: la cantimplora, el material para sacar moldes de escayola de las huellas que encontrase, la guía Svensson de aves, una sudadera por si refrescaba después, el telescopio, el trípode, el hide, el taburete, las dos cámaras de fototrampeo... ¡Pues hombre, normal que me pesara, claro!
Estaba junto a una riera que bordeaba un campo de cereales recién segado que a su vez estaba rodeado de un extenso pinar. Elegí una piedra plana para sentarme (no sin antes levantarla a ver si encontraba algún bicho chulo) y me puse cómodo. Miré a mi alrededor, explorando el lugar e intentando interpretarlo. Me coloqué junto a un espino albar que desdibujara un poco mi silueta para pasar lo máximo posible desapercibido a ojos de un animal, comprobé que la dirección del viento me fuera favorable ante una observación directa y me dispuse a descansar... disfrutando.
Cerré los ojos. La naturaleza hay que vivirla con los 5 sentidos. De forma general dependemos demasiado del sentido de la vista, lo que hace que el resto de sentidos los descuidemos sin prestarles atención. Probadlo: cuando estéis en la naturaleza haced un barrido observando lo que hay alrededor, analizándolo. Un par de minutos serán suficientes. Y después, seguidamente, cerrad los ojos y sentid lo que hay: Al cerrar los ojos, el ser humano se siente vulnerable, haciendo que los demás sentidos se "despierten", se acentúen. Y os daréis cuenta que oís más, que sentís más. Incluso oleréis más, porque antes no erais receptivos del todo a este tipo de estímulos al tener los sentidos correspondientes "eclipsados" por nuestra excesiva dependencia al sentido de la vista.
Este es un ejercicio que realizo alguna vez cuando algo una salida guiada, y es sorprendente la reacción y los comentarios de la gente "Pues me he dado cuenta que huele mucho a pino, no lo había notado hasta esto", "pues he estado escuchando el aire en los árboles, no me había fijado antes" o incluso "he notado que hace frío. No tenía antes".
Así pues, con los ojos cerrados, me dejé llevar. Y me puse a escuchar. Se oían bastantes pájaros, así que me decidí a hacer una pequeña lista: saqué mi cuaderno de campo, apunté día, hora, temperatura, lugar y hábitat y empecé a rellenar conforme iba oyendo.
Mirlo (Turdus merula), petirrojo (Erithacus rubecola), avión común (Delichon urbicum), golondrina común (Hirundo rustica), abejaruco (Merops apiaster ), curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), ¿escribano soteño? (Emberiza cirlus), paloma torcaz (Columba palumbus), pico picapinos (Dendrocopos major), carbonero común (Parus major), herrerillo común (Cyanistes caeroleus), carbonero garrapinos (Pariparus ater)... (con estos detalles ya podéis averiguar la fecha en la que está ambientada la historia ;)  )
De pronto se hizo silencio en el bosque. Todo se silenció de una manera tan brusca que llamaba la atención. No era norma, algo pasaba. Todos los pájaros que estaban cantando (varios a la vez, incluso) dejaron de emitir sonido alguno. ¿Qué ocurría?
Un arrendajo (Garrulus glandarius) graznó. Este animal, familia de los cuervos, emite un graznido como señal de alarma ante un peligro o algo que no le cuadra. Por eso mismo se le llama también "el chivato del bosque", ya que siempre delata a posible predadores o visitantes inesperados.

Y entonces lo ví. Cruzando el campo de cereales desde el bosque de delante hasta la ribera que tenía pegada a mis espaldas. Un precioso, elegante e imponente azor (Accipiter gentilis). Los pajarillos del bosque se habían callado para que este implacable predador tuviera menos posibilidades de encontrarlos. El arrendajo advirtió de su presencia con su caracterísco graznido de alarma. Fue un momento de conexión e interpretación increíble.

El azor es un temido predador que suele habitar en el bosque, aunque se ha de reconocer que tiene una gran adaptabilidad que le permite establecerse en múltiples hábitats como bosques de ribera, parques urbanos o incluso estepas. En contraposición a las aves planeadoras (que tienen una cola corta y un vuelo "plano"), el azor tiene una cola larga que usa como timón y le permite hacer maniobras rápidas sorteando los troncos de los árboles para cazar a sus presas por sorpresa. Podéis ver este vídeo donde se aprecia perfectamente cómo se mueve con agilidad y gran velocidad entre ramas y troncos:


El azor es un animal increíble. Como en la mayoría de las rapaces la hembra es mayor que el macho (un ejemplo de lo que se llama "dimorfismo sexual", que es cuando el macho y la hembra son diferentes entre ellos por algún característica), y esta diferencia les hace tener una estrategia bien definida a la hora de cazar: ella, al ser más grande, se dedica a las presas más grandes. El macho, al ser más pequeño, a las presas más pequeñas. De esta forma se reparten todas posibles presas de su territorio para gestionar de manera eficiente los recursos alimenticios de su territorio. Además, un detalle interesante: sólo la hembra da de comer a los pollos (acto que se conoce como "ceba"). Es tanta la exclusividad de esta acción que en ocasiones, si la hembra muere (Los disparos y los tendidos eléctricos son sus mayores peligros), el macho sigue llevando presas a los pollos pero al no saber éste darles de comer, puede llegar a morir toda la pollada de inanición estando rodeados de presas.

*Foto cedida por Arnau Guardia

El azor tiene mucha similitud con otra rapaz con la que comparte hábitat: el gavilán (Accipiter nisus). Ambas especies son muy muy parecidas (lo que se denomina "convergencia evolutiva", un concepto increíble y que merece protagonismo propio con una entrada dedicada), si bien el azor es algo más grande que el gavilán. Bueno, debido a que la hembra de gavilán también es mayor que el macho, se solapan tamaños entre el macho de azor y la hembra de gavilán, con lo cual en ocasiones es difícil diferenciarlos y hacer una correcta identificación. No obstante os diré un par de trucos para ello: si la observación es de cerca y podéis ver bien los detalles del animal, el azor tiene la ceja muy marcada. Sin embargo el gavilán (que también tiene ceja), no es tan clara si no algo más difusa. Y si la observación es de lejos (por ejemplo porque va volando) la clave está en la cola: larga pero algo redondeada en el caso del azor y larga y con bordes rectos (apariencia rectangular) en el caso del gavilán.

Hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya gustado y hayáis aprendido algo con ella. En ese caso... ¡Comparte!

Os recuerdo que podéis seguir el blog en Twitter a través de la cuenta @pinosysembrados, en Facebook a través del grupo "Entre pinos y sembrados" y en el canal de Youtube con el mismo nombre.

¡Un saludo y gracias por leerme, hasta la próxima!

Comentarios

  1. Pues si, nos ha gustado. Y la del escenario de crimen -de donde me mandaste aquí- también.

    Encontré el otro dia en el corral, pequeños trozos de musgo recien arrancados, por el suelo. Y unas pocas plumas de paloma por aquí y por allá.

    Yo también adiviné la escena del crímen: un gato -que arrancó el musgo de las tejas en su cartera- se ha instalado en los alrededores y está dando buena cuenta de las pobres aves que duermen o anidan en mis árboles.

    Ya lo siento por las aves, pero creo que va a solucionar el problema de ratones que tengo desde hace años.

    😏😏

    ResponderEliminar
  2. Excelente el articulo, muchas gracias

    ResponderEliminar
  3. Hay demasiados. Sería interesante que se estudiarse cómo influye su presión depredadora sobre presas que son especies amenazadas. No me parece adecuado que se considere que debe haber cuántos más mejor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario