ENTREVISTA A CHABIER GONZÁLEZ, VETERINARIO DE UN CENTRO DE FAUNA SILVESTRE

¡Muy buenas!

Pues aquí vengo hoy con una entrevista a Chabier González, veterinario del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca (Zaragoza). En ella tocaremos temas de actualidad para conocer su trabajo, su protocolo, las principales problemáticas que se encuentra tanto él como la fauna a la que recupera... ¡Espero que os guste!

                        

P: ¿Cuáles son las principales causas de los animales que te llegan?

R: Entre 1994 y 2019, y considerando todos los grupos zoológicos, las colisiones suponen el 24 % de los casos, los atropellos el 21 %, y las electrocuciones el 14 %. Los jóvenes, cachorros y pollos, un 10 %. Disparos e intoxicaciones suponen cada una el 2,9 %. Es decir, el 60 % de los ingresos se deben a accidentes con infraestructuras, si les sumamos enganches en vallados, ahogamientos en aljibes y balsas, y otras trampas, sube al 73 %. Por enfermedad solo ingresan un 1,7 % del total, y aun esos son víctima en su mayoría de enfermedades que se deben a la actividad humana, en concreto la tricomoniasis cuyo reservorio es la paloma doméstica/cimarrona.

Si consideramos por separado aves, mamíferos y reptiles, las cosas cambian. De los mamíferos, l 61 % ingresan por atropello (el 90 % ya muertos), el 17 % por ahogamientos y el 5 % por colisión (quirópteros en parques eólicos). En los reptiles, el 53 % ingresan de cautividad (tortugas mediterránea y mora sobre todo, aunque también algún galápago europeo y leproso). El 11 % ingresan muertos por atropello, un 6 % son serpientes y lagartos que se introducen en edificios y son capturados por los APNs tras el aviso correspondiente. Porcentajes menores corresponden a serpientes muertas a palos, ahogamientos en aljibes y galápagos capturados con anzuelo accidentalmente.

De las aves, el 27 % ingresan por colisión, incrementada desde la implantación de parques eólicos (el 16 % de las colisiones son contra aerogenerador), un 16 % por electrocución y el mismo porcentaje por atropello ( rapaces nocturnas y carroñeras sobre todo). El 11 % son pollos caídos del nido por causas diversas.



P: ¿Cuál es el procedimiento cuando te llega un animal? ¿Con exóticas es igual?

R: En primer lugar, se recaban los datos de recogida, normalmente desde un acta de recogida rellenada por APNs o SEPRONA con toda la información del lugar, fecha y circunstancias de hallazgo, y se trasladan al archivo informático. Esto es fundamental, porque para detectar y poder así actuar sobre causas de mortalidad, el diagnóstico ha de ir unido al conocimiento de dónde, cuándo, cómo y por qué ocurrió el accidente (o delito, según). Si el animal ingresa muerto, se le somete a radiología y después de practica la necropsia, cuyos hallazgos se trasladan a su vez a su ficha en el archivo, y se elabora informe forense si es requerido. Los animales vivos se trían para atender primero a los más graves, se examinan primero en busca de lesiones detectables mediante observación y palpación. Se complementa el examen con radiología, analítica sanguínea, coprología, etc, cuando es necesario. Y se les somete a tratamiento (alimentación, fluidoterapia, cirugía, etc). En función de su evolución, se van cambiando de instalación hasta finalizar en parques de vuelo, de donde tras comprobar su rehabilitación completa, se liberan marcados. Las marcas básicas consisten en anillas en aves, microchip subcutáneo en reptiles y mamíferos. Cuando se trata de especies muy escasas o el caso lo requiere, se equipa a las aves liberadas con emisor GPS.



P: ¿Hay muchas rapaces nocturnas accidentadas? ¿Tienen buena tasa de supervivencia y retorno al medio después?

R: Las rapaces nocturnas suponen el 13 % de los ingresos (sobre un total de 36060 casos). El 31 % ingresan por atropello, el 26 % son pollos, 11 % colisión (sobre todo vallas), y un 8 % electrocutadas. La tasa de liberación, como en el resto de grupos, está en torno al 50%. Los pollos son los que mejor pronóstico suelen tener, electrocutados y atropellados los que peor. Tenemos datos de rapaces nocturnas reingresadas en el CR, vivas o muertas, años después de su liberación. El récord lo ostenta un mochuelo hallado muerto por atropello 8 años después de ser liberado. En conjunto las perspectivas de reintegración al medio parecen buenas.



P: ¿Lleváis algún tipo de estadísticas? ¿Qué se hacen con los datos registrados, se utilizan para algún tipo de estudio, divulgación o concienciación?

R: En los archivos informáticos del CR se recoge toda la casuística, en fichas individualizadas. A partir de ahí, se elaboran los datos según las necesidades: siniestralidad en tendidos determinados, puntos negros en carreteras, mortalidad por especies, etc. Con estos datos se llevan a cabo acciones desde la Administración, encaminadas a paliar la mortalidad en el medio, en especial la rectificación de tendidos eléctricos peligrosos.



P: ¿Qué recursos económicos tenéis?


R: La dotación económica se renueva cada año según el número de ingresos del anterior, para estimar las necesidades. Si estas resultan superiores a los esperado, desde el Gobierno de Aragón se autorizan partidas extraordinarias según las necesidades.



P: ¿Qué se puede llegar a detectar en un análisis postmorten? ¿Te encuentras muchos fraudes?

R: Lo que se pueda detectar en un análisis post mortem depende del estado en el que nos llega el cadáver, desde restos óseos fragmentarios en los que poco se puede hacer a a parte de identificar la especie y estimar la antigüedad, a cadáveres frescos que permiten detectar causa de muerte, patologías previas, alimentación, estado reproductor, circunstancias diversas (predación post mortem, manipulación por parte de personas, etc). Las lesiones traumáticas afectando a tejido óseo pueden ser detectadas en esqueletos de años de antigüedad, las infecciones o intoxicaciones requieren, para su diagnóstico, cadáveres más o menos recientes, salvo excepciones. Los fraudes son muy raros en especies protegidas. Recuerdo un caso en el que un águila real muerta por disparo fue depositada bajo un aerogenerador, o una garduña envenenada arrojada a la carretera. A la inversa, un azor muerto por tricomoniasis fue disparado post mortem para inculpar a un coto de caza en un caso de trabajador despedido buscando venganza. Son más frecuentes los intentos de fraude con cadáveres de ganado en los que el propietario denuncia ataque de depredadores, sobre todo cuando se acusa a los buitres. A veces, los buitres han consumido por completo el cadáver, dejando piel y huesos. Normalmente, aún así se puede afirmar que los buitres no han sido los culpables, pero no puede determinarse la causa de muerte (enfermedad, mal manejo, etc) con lo que el dictamen queda muy flojo y da pie a polémicas. Evidentemente, el hecho de que las reses hayan sido consumidas por completo puede deberse simplemente a que la muerte ha sido detectada tarde, pero en ocasiones podría ser intencionado, ya que cuando el ganadero cree realmente en lo que denuncia, se preocupa de mantener la integridad de los restos. Casos más flagrantes son varios terneros nacidos muertos en los que se denunció ataque de buitre, o un presunto ataque de lobo en el que se envió una piel de oveja y varios huesos con incisiones de cuchillo muy claras. Hay que decir, no obstante, que en la mayoría de los casos los denunciantes creen realmente en lo que denuncian, otra cosa es que las evidencias en la necropsia sean otras.



P: Comentaste una vez que la mejor herramienta que has tenido ha sido un detector de niveles de plomo en sangre. Cuéntanos por qué.

R: La máquina para análisis de plomo en sangre fue una adquisición extraordinaria, Nos ha permitido saber que muchos casos en los que veíamos rapaces, sobre todo buitres, “atontadas”, en realidad correspondían a intoxicaciones por plomo. Los casos de plumbismo han pasado así de 2 o 3 al año a 20 o 30, y n lo analizamos todo, ni mucho menos. Esto nos indica que el plumbismo, causado por la ingestión de munición de caza presente en las presas (tanto carroñas como animales vivos) es un problema mucho más grave y extendido de los que se supone.



P: ¿Hay niveles de plomo preocupantes en especies cinegéticas que puedan ser consumidas (y por tanto absorbidas) después por los cazadores que las han cazado y consumen? En ese caso, ¿se puede hacer o harías algo al respecto?

R: Que el plomo presente en las presas cazadas supone un peligro para el propio cazador y/o consumidor humano de las mismas no es una idea nueva. En caza mayor, aunque la bala es localizable, quedan pequeñas esquirlas producto de la fragmentación que pueden pasar desapercibidas, aunque depende mucho de que parte de la pieza se descarte. En zorzales y codornices los perdigones suelen atravesar el animal, rara vez se quedan, sólo uno de cada 10 zorzales tiroteados, aproximadamente, conservan perdigón en el cuerpo (según estudios radiológicos propios). En perdices, liebres y conejos la cosa cambia, sí quedan perdigones en el cadáver, hay fragmentación de los proyectiles, y con frecuencia la preparación de las presas consiste en el escabechado, que implica cocción con vinagre, generando un medio ácido a alta temperatura que incrementa la disolución del plomo. Hay estudios por ahí que “demuestran” que los cazadores no tienen niveles de contaminación por plomo superiores al resto de la población. Pero se basan en análisis de plomo en sangre. El problema es que el plomo absorbido sólo permanece unas semanas en la sangre, para depositarse después en hígado, y finalmente en tejido óseo y nervioso, como no se elimina nunca, las concentraciones se van incrementando a lo largo de la vida del individuo. Sólo un estudio basado en biopsias de los tejidos afectados daría una idea real del problema. La solución sería cambiar el plomo de los proyectiles por otros materiales como tungsteno y acero, pero hay una oposición feroz por parte de los cazadores, con las balas se ha hecho en otros lugares, por ejemplo en California, pero hay que cambiar o modificar las armas, y con los perdigones los resultados no son nada satisfactorios para los cazadores. Aquí, ahora mismo, nadie se atreve a plantearlo. En Francia se intentó experimentalmente hace unos años, con cazadores dispuestos a participar, que se echaron atrás por orden de sus asociaciones.



P: Unos dicen que los buitres no tienen capacidad para rematar a un animal. Otros que, ante la necesidad, estos bichos han cambiado hábitos alimenticios y ahora sí se dan casos de predación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

R: El asunto de los “buitres asesinos” es una falacia que se desmonta cuando se hacen estudios forenses serios de las cabezas de ganado afectadas, como se ha hecho en Aragón, donde las denuncias han pasado a ser anecdóticas, más aún desde que hay lobo. Nunca hubo una denuncia de ataque de buitres en zona de oso, curiosamente. En otras comunidades se paga directamente cualquier denuncia para evitar enfrentamientos con los ganaderos, lo que es una barbaridad. Los buitres no tienen capacidad anatómica ni etológica para matar a un animal, y resulta muy ilustrativo que las denuncias provengan, año tras año, de las mismas explotaciones ganaderas, cuando hay muchas otras alrededor que nunca han expuesto ese supuesto problema. Los medios de comunicación, en su afán de dar noticias impactantes, aunque sea sin contrastarlas, han tenido gran parte de la culpa en el problema. Las evidencias de ataque de buitre están al mismo nivel que las de avistamiento de ovnis o el monstruo del lago Ness, y con una forma de tratar la “noticia” y unos “testimonios”, audiovisuales y contados, curiosamente muy similares.



P: Un zorro con sarna en la zona. ¿Cómo de tranquilos pueden estar los ganaderos de cara a que su ganado pueda contagiarse?

R: La sarna se transmite fundamentalmente por contacto directo, por interacción entre animales de la misma especie o emparentadas o por consumo de presas. Un zorro con sarna es mucho más probable que se haya contagiado por consumo de cadáveres de ganado afectados que al revés. Hay que tener en cuenta además, que la sarna propia del zorro es la sarcóptica, mientras que en ovejas es más común la demodécica, con agentes diferentes.



P: En ocasiones se intentan disimular muertes por veneno o electrocuciones haciéndolas pasar por atropellos. ¿Te encuentras muchos casos de engaños así?

R: Como expuse arriba, los intentos de camuflar muertes de fauna delictivas como accidentes son muy raros, y también muy burdos, no resisten una inspección somera.



P: ¿Has notado descenso de víctimas por cepos?

R: Hay una disminución clara, a lo largo de los años, de todas las causas delictivas de muerte en fauna protegida. Tanto cepos como lazos, venenos o disparos se han reducido hasta ser, ahora mismo anecdóticos en Aragón. Los pocos casos de cepos que vemos en la actualidad corresponden a pájaros pequeños (2 casos en 2019).




P: ¿Hay alguna ley relacionada con tu trabajo que añadirías, modificarías o crearías?

R: Creo que sería muy razonable implantar la cláusula de la responsabilidad in vigilando en los cotos de caza, como existe en Andalucía o Castilla la Mancha. Es muy difícil encontrar al culpable directo de un envenenamiento o un disparo, y, con la ley actual, si no hay autor material no pasa nada.



P: Mucha gente no lo sabe pero el motivo por el cual se ven tantas palomas con las patas mutiladas es por los pelos de la gente o las mascotas.

R: las palomas con dedos o patas mutilados son víctimas de estrangulación por filamentos y consecuente necrosis de las extremidades. En aves pequeñas un simple pelo o hilo de algodón pueden ser los causantes, en cigüeñas es muy frecuente que esto ocurra en pollos, porque los adultos aportan cuerdas de empacar a los nidos como material de relleno. Es simplemente escandalosos que el campo esté lleno de cuerdas de nylon porque los agricultores no se molestan en recogerlos. Lo de los pelos tiene peor arreglo.



P: ¿Hay algún diseño anatómico de la naturaleza del cual seas especialmente admirador?

R: No puedo decantarme por ningún diseño anatómico en concreto. Quizá, por lo ajeno que nos resulta a los humanos, los más sofisticados podrían ser los mecanismos de orientación de las aves basados en la detección del campo magnético terrestre, tanto los basados en cristales de magnetita en la cabeza y cuello, como los dependientes del citocromo b de la retina. Simplemente es un sentido que no podemos concebir, pero que está ahí y funciona muy bien.



P: Para acabar ya: ¿alguna anécdota que nos quieras contar?

R: Anécdotas hay muchas, no todas susceptibles de ser contadas en público. De lo más impactante fue un caso en el que una llamada de la Guardia Civil nos informó de que una patrulla de tráfico había interceptado a unos ciudadanos por una infracción, y al abrir el maletero encontraron un transportín con un cachorro de oso, y varios bidones de gasolina. Venían desde Rumanía, y todo apuntaba a un encargo desde aquí, con esos bidones de combustible extra para no repostar. Alegaron que lo habían encontrado perdido en la autopista en Hungría. El problema es que el oso pardo se extinguió en ese país en 1952. Recuperamos el estado nutricional del oso después de unas 2 semanas, porque estaba muy desnutrido y deshidratado. Después, dado que el pobre osezno estaba demasiado acostumbrado al hombre (no sabemos cuánto tiempo estuvo en cautividad, tenía unos 6 meses), acabó en Cabárceno.



Bueno, pues hasta aquí la entrada de hoy... ¿Echas en falta alguna pregunta? ¡Déjala en comentarios, si salen suficientes quizás podamos hacer una segunda entrevista!

Muchas gracias por dedicarnos vuestro tiempo, espero que os haya gustado lo leído. ¡Hasta la próxima!


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