SUGERENCIA DE LIBRO: "EL ÁRBOL URBANO: GESTIÓN MUNICIPAL DEL ARBOLADO EN LA CIUDAD", DE J. RAMÓN GÓMEZ FDEZ.

¡Muy buenas!
Pues hoy os traigo otra recomendación de libros, en este caso sobre el arbolado urbano. Un libro próximo cuyo objetivo ha sido, por una parte, que los ayuntamientos reflexionen sobre las condiciones en las que se encuentra el árbol en la ciudad y que se den cuenta que las ciudades debe "acoger" con generosidad al árbol; y por otra parte el hacer un libro que llegue a todo el mundo, divulgativo, donde el ciudadano de a pie mire hacia los árboles y comience a entenderlo., al alcance de todos, y que nos va a permitir interpretar y entender mejor los árboles de nuestra ciudad con el fin de actuar con ellos y tratarlos como compañeros y no como parte del mobiliario urbano de las ciudades.

A continuación os pongo un texto del autor, la portada del libro, el índice y alguna de las páginas interiores:

-Nota y presentación del autor:

"Este libro trata de árboles, es obvio En concreto de los árboles urbanos y la dificultad que tienen para poder desarrollarse en las ciudades. Pero en estas páginas también hablaremos del paisaje y de su relación con ellos. Y sobre todo de cómo conseguir que este arbolado pueda crecer sano desde el principio y aportar toda su belleza mejorando la calidad de vida de los habitantes.
Y es que aunque las ciudades cubren solo un 3% de la superficie terrestre, generan nada menos que tres cuartas partes de las emisiones de carbono y consumen dos terceras partes de la energía generada a nivel global. Casi el 54% de la población mundial es principalmente urbana, cifra que llegará al 70 – 80 % a finales de este siglo. Todo indica que es hora de regenerar los ecosistemas urbanos y ahí el árbol tiene un papel protagonista.
En los días que corren comienza a entenderse que las ciudades son ecosistemas en sí mismos, como pueden serlo un bosque mediterráneo o un prado de montaña. Sin duda, este “ecosistema urbano” se encuentra más mermado y débil, con un número mucho más reducido de especies e interacciones entre ellas. No olvidemos que la capacidad de resiliencia de un ecosistema está directamente relacionada con la riqueza de especies. Las cosas están cambiando de prisa y se empieza a entender que una mejora en la calidad de vida en las ciudades y, por ende, de los ciudadanos depende en buena medida de la calidad y complejidad de éstas como ecosistemas vivos.
Ligado a estos nuevos conceptos surge un imparable movimiento que está transformado el paisajismo de nuestras ciudades. Poco a poco, los rígidos diseños y plantaciones de las zonas verdes dan paso a trazados más orgánicos y, sobre todo, a plantaciones menos “sometidas”. Por fortuna, cada vez se realizan menos tratamientos químicos, admitiéndose cierta convivencia con los insectos. La presión social para reducir el uso de herbicidas es patente y algunos municipios han optado por su retirada. Y lo que resulta más sorprendente, es que poco a poco se va admitiendo la aparición de algunas hierbas espontáneas, incluso no confinadas en pequeños espacios.
El paisajismo ha ido evolucionando a lo largo de la historia, pasando por diferentes estilos de gran interés. Pero la cada vez mayor sensibilidad ambiental parece que tiende a generar un nuevo concepto, más respetuoso con el medio ambiente donde la biodiversidad sea una de sus premisas destacables. Las plantaciones deben concebirse, además de para el disfrute estético de los ciudadanos, para el aumento del número de polinizadores como base del establecimiento de la fauna urbana. Y si durante este proceso incluimos algunas áreas abandonadas y descampados como focos de una biodiversidad más espontánea habremos conseguido una visión mucho más ecológica de nuestras urbes.
No podemos negarlo, nos gustan los árboles, pero debemos ser francos y reconocer que no siempre es la mejor solución. ¿Es eso negativo? Ni mucho menos. En ocasiones, esa puede ser la solución más racional. De no ser así, provocaremos a corto plazo el efecto contrario al que buscábamos. Una excesiva densidad llegará a ser contraproducente, tanto para la ciudad como para el ciudadano o, incluso, para el propio árbol.
Por lo tanto, los criterios deberán ser otros, permitiendo la convivencia entre todos los actores que ocupan las vías urbanas. Así, el técnico deberá a la hora de arbolar una calle, analizar con detalle todos los condicionantes; y será solo, una vez estudiados estos factores cuando decida si se deben plantar árboles y, en caso afirmativo, qué especie es la más adecuada y a que distancia en relación con las necesidades que demanda.
Un conocido cuento del escritor Alphonse Daudet (Daudet, 2015), aborda la necesidad de un grupo de hombres de crear una nueva ciudad, una bella urbe que sorprendería al mundo. Para ello buscaron el mejor emplazamiento, una hermosa estancia del bosque, ideal para construir aquella novedosa metrópoli. La localización era magnífica: encandilaba por su belleza, tierras fértiles y situación, a pocos metros de un caudaloso río que les serviría de abastecimiento y les comunicaría con el mar. Sin embargo, para construir la “ciudad de madera”, como sería bautizada, se abrieron cicatrices en la tierra, se allanaron montes y rellenaron valles donde levantar cómodamente las casas y trazar con regla y compás las alineadas avenidas. Esto justificó la eliminación de la mayor parte de las plantas que allí crecían, se derribaron los fabulosos árboles, y con ellos desaparecieron las lianas que embellecían el entorno. El lugar en nada recordaba ya al bosque original. Incluso su fertilidad era ahora un problema pues las plantas insistían en volver a crecer. Así que los sabios hombres tuvieron la inteligente idea de emplear el fuego, lo que finalmente transformó drásticamente el paisaje. Una incongruencia, tristemente familiar...
El destacado geógrafo Eduardo Martínez de Pisón afirmaba en una entrevista hace unos pocos años que “el paisaje es el resultado de la suma de la naturaleza y la cultura”. Sin embargo, es indiscutible que en la ciudad todo es distinto, el paisaje urbano ha expulsado a la otra pieza de la ecuación rompiendo su equilibrio. Lo curioso del caso es que las ciudades en su constante devenir se parecen más unas a otras. Por lo tanto, la parte cultural también va desapareciendo, diluyéndose poco a poco entre impersonales centros comerciales y universales paneles publicitarios. Y entonces, ¿que nos queda del paisaje?
Es el precio de la globalización. Italo Calvino comentó en una ocasión que “la crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza” (Calvino, 2015). El tiempo poco a poco parece darle la razón. Nuestras ciudades avanzan en círculos concéntricos, como los troncos de los árboles que cada año aumentan un anillo. Repitiendo una y otra vez los mismos fracasos sociales y medioambientales. Sin embargo, a pesar de esta paradójica similitud entre la forma de crecer de las ciudades y los árboles, aquí se acaban las coincidencias. La primera somete despiadadamente al segundo; y ello a pesar de que todo ciudadano asegura desear un árbol cerca. Sin embargo, nadie parece estar dispuesto a ceder un ápice del escaso, y, por lo tanto, valioso suelo urbano. Curiosas paradojas de la sociedad actual.
La gran urbe egoísta ha marginado al árbol a unos ridículos espacios que limitan su crecimiento. La ciudad directa o indirectamente es hostil para el árbol. Humillado y vilipendiando, es acosado por las innumerables infraestructuras que recorren el subsuelo y limitan su desarrollo radicular. Por si fuera poco, las necesidades de la circulación (tráfico, iluminación, infraestructuras aéreas, etc.) rematan la jugada invadiendo el poco espacio que le queda para vivir con cierta dignidad y si fuera necesario será decapitado.
Parece que ha llegado el momento de tratar al árbol como un ciudadano de pleno derecho. El árbol ha sido, es y será el paladín de la ciudad saludable y acogedora. Nadie parece discutir que se ha convertido en un factor clave para hacer las urbes más habitables, más amables, y su ausencia repercutirá no solo en la calidad del aire sino también de su propio paisaje, de su identidad, de su cultura. Así que es necesario un cambio de modelo y arborizar nuestras ciudades.
El artista austriaco Friedensreich Hundertwasser, adquirió cierta notoriedad en las primeras décadas del siglo pasado gracias a sus revolucionarios diseños arquitectónicos. Unos diseños que trataban de romper con lo establecido hasta el momento, incorporaba formas irregulares en sus edificios y rasgos de los paisajes naturales. Una peculiar simbiosis entre la arquitectura y la naturaleza. Desarrolló edificaciones más orgánicas, favoreció el uso de la línea curva frente al rígido trazado ortogonal y propuso la novedosa idea de revegetar las ciudades. Hundertwasser se atrevió, fuera de toda lógica, a crear edificios ondulantes que constituyen uno de sus principales rasgos. “Un piso ondulado es una melodía para los pies”, solía comentar (Rand, 1994). Creaba edificios recubiertos de vegetación, con grandes árboles creciendo dentro de las habitaciones, con sus ramas extendiéndose por las ventanas. Todo un visionario para una nueva forma de “hacer la ciudad” y lo más importante, demostró que si hay voluntad las cosas se pueden cambiar.
El esfuerzo no será pequeño, pero a cambio, los beneficios serán enormes. Para ello el árbol debe disponer del espacio que realmente requiere teniendo siempre presente el criterio de “no intervención” en su estructura natural. Se deben disponer los árboles en relación con las dimensiones de las calles, distribuyéndolos a las distancias adecuadas en consonancia con su desarrollo, acomodándolos teniendo en consideración el espacio demandado por cada especie. Omitamos las rígidas alineaciones homogéneas, seamos más creativos. Recuperemos la figura del árbol aislado, tan importante para nuestros ancestros. Será necesario pactar con los árboles el espacio a ocupar, para ello se deben establecer planes directores que ofrezcan las pautas necesarias de gestión de cara a su futuro, independientemente de los devenires políticos.
Unos cambios que sin lugar a dudas repercutirán en una mejora del paisaje urbano, del medio ambiente y de la sociedad en sí misma. “Vegetalicemos” nuestras ciudades cuanto antes, pero hagámoslo bien.
De todo ello trata el libro, pero como hemos dicho sobre todo de árboles.




- Portada:






- Índice:

Introducción

Capítulo 1: La búsqueda de la cobertura
En este primer capítulo se analiza la importancia que algunas ciudades han
dado al incremento del número de árboles en sus calles sin considerar otros
factores. Se debe considerar mantener un bien grado de cobertura si afectar
negativamente al desarrollo del árbol.
La estructura natural: ¿quimera o realidad?
¿Es posible eliminar de nuestras urbes las podas masivas? En la ciudad del
futuro, los trabajos de poda deberían ser anecdóticos y puntuales
corrigiendo pequeños errores estructurales
El criterio de “no intervención”
Una correcta selección previa de las especies permite que el desarrollo de los
ejemplares sea acorde con el tamaño y los condicionantes del viario. Un
razonado estudio permitirá que disfrutemos de árboles no alterados.

Capítulo 2: Las alineaciones o el árbol aislado: el valor del
paisaje
Por regla general, todas las calles deben disponer de homogéneas
alineaciones perdiéndose en ocasiones un paisaje urbano de gran valor. En
otras se añora al árbol como individuo, un elemento de gran belleza
paisajística y propio de nuestra cultura mediterránea. Reflexionemos sobre
ello.

Capítulo 3: Entre el cielo y la tierra: el ignorado alcorque

“GESTIÓN MUNICIPAL DEL ARBOLADO URBANO”

Las aceras están colmadas de alcorques, unas estructuras despreciadas,
molestas y mal consideradas por el ciudadano. Y a pesar de sus ridículas
dimensiones y mal estado de conservación cumplen una función de gran
importancia.

El tamaño importa: atrofia radicular
Un entorno compactado alrededor del alcorque y un tamaño reducido
impiden que las ciudades dispongan de un sano dosel arbóreo. La limitación
en el desarrollo de su sistema radicular afectará negativamente a la calidad
y sanidad de los arboles urbanos.
La magnitud de lo invisible: el sustrato de plantación
Una mala elección de la tierra vegetal condicionará al árbol durante su
desarrollo inicial. Solo existe una oportunidad de hacer bien las cosas.
Respirar bajo tierra: hipoxia y la muerte de raíces
La ausencia de una correcta oxigenación del sistema radicular alterará buena
parte del desarrollo y anclaje del árbol.
Muerte por ahogamiento: ausencia de drenajes
El agua puede llegar a ser un elemento muy dañino para el árbol si se
emplea en exceso y existen problemas de drenaje en los hoyos de
plantación. Prevenirlo es vital para el árbol.

Capítulo 4: El plan director de arbolado
Un documento que ofrece las pautas de gestión del arbolado urbano, que
resuelve los problemas actuales, establezca un protocolo de reposición y de
soluciones a la difícil convivencia entre el árbol y la ciudad
independientemente del devenir político se hace fundamental en cualquier
ciudad.
Las cosas claras: herramientas de gestión

“GESTIÓN MUNICIPAL DEL ARBOLADO URBANO”

Las pautas y normas consensuadas en el documento deberán ser de
obligado cumplimiento, lo que evitará incertidumbre en los técnicos y
diseñadores.
Empecemos por el principio: estado del arbolado actual
El conocimiento del arbolado urbano, sus especies, su estado fitosanitario,
sus peculiaridades, sus problemas y el estudio de riesgo se hacen
imprescindibles como primera iniciativa.
Riñas por el espacio: servidumbre, conflictos e interferencias
Reunir una normativa que defina las distancias evitando conflictos entre el
árbol, las instalaciones urbanas, el automóvil y las necesidades de los
ciudadanos mejorará la convivencia.
No todo son árboles: Estudio del paisaje urbano
El paisaje urbano es en ocasiones un valioso patrimonio que no debemos
menospreciar y ni ocultar tras una alineación de árboles. Debe existir un
estudio previo que valore el entorno.
Diversidad de especies: enriquecimiento de la ciudad
Un aumento de las especies de árboles en las calles, protegerá al patrimonio
arbóreo y mejorará el paisaje urbano.
La comunicación como defensa: informar al ciudadano
No debemos tener pudor en informar al ciudadano de todo aquello que le
ocurra a los árboles. Una información preventiva y correctamente
argumentada evitará malas interpretaciones y conflictos vecinales.

Capítulo 5: Un cambio de modelo: nuevos diseños para nuevas
calles
La conclusión parece evidente, las ciudades están obligadas a acoger al árbol
con vehemencia y respeto, pues el árbol se ha convertido en un gran aliado
del ecosistema urbano.
Es necesario repensar las ciudades, unas nuevas urbes donde los árboles
puedan mantener su dignidad y belleza.

“GESTIÓN MUNICIPAL DEL ARBOLADO URBANO”
Capítulo 6: Hacer bien las cosas: la ejecución
Si queremos evitar problemas en la gestión futura es necesario prevenirlos
desde el primer momento.
No todo vale: criterios de calidad.
Se debe normalizar la forma de producir el arbolado urbano estableciendo
unos estándares adecuados.
Protocolo de plantación
Unas labores iniciales que serán fundamentales para asegurar el
establecimiento del árbol. Cada vez que plantamos un árbol debemos pensar
que ese ejemplar estará en ese lugar durante mucho tiempo. ¿Lo hemos
tenido todo en cuenta?

Bibliografía





- Páginas interiores:


El libro ha sido publicado por la Asociación Española de Arboricultura (https://aearboricultura.org) y tan solo se comercializa a través de la citada Asociación, donde se puede adquirir al precio de 34,50 €

Espero que os haya gustado la sugerencia, ahora que vienen los Reyes es buen momento para pedir regalos de este tipo ;)

¡Un saludo y gracias por leerme, hasta la próxima!

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